Fray Juan de Zumárraga compró algunos terrenos de lo que en ese entonces era la naciente Ciudad de México, tenía la intención de construir lo que seria la sede arzobispal de la Nueva España. En lo que fue el Templo de Tezcatlipoca se instalaron los aposentos de los altos puestos de la iglesia católica. A través del tiempo, de una construcción sencilla se fue transformando en un Palacio. Llegó a su punto de esplendor en el siglo XVIII, que es como actualmente lo conocemos. Hoy en día le pertenece a la Secretaría de Hacienda.