El museo Franz Mayer por fin renovó la tradición. Es un orgullo dar cuenta de los cambios que está teniendo el recinto. Lo que recordaba como un lugar de culto –lejano–, de salas frías y poco comunicativas con su público, abrió la puerta de un mundo nuevo: la escultura colonial de nuestro país.

La escultura novohispana en sí es una vieja conocida. Todos hemos entrado a la Catedral aunque sea a ver lo dorado del retablo y los santos de los nichos, pero parece que éstos nunca había hablado tan directamente con nosotros como lo hacen en la exposición temporal Los escultores novohispanos y sus obras (hasta abril 15).

Con una museografía completamente renovada, vemos un discurso mucho más contemporáneo de lo que nunca había sido la colección permanente del museo. En esta ocasión, la curaduría, a cargo de la Dra. Ma. Del Consuelo Maquivar, toca temas como la técnica y los materiales. Éstos, en vez de estar indicados en una cédula como sucede tradicionalmente, son explicados como procesos para que entendamos mejor las partes artística e histórica de la imaginería religiosa.

Otro elemento aplaudible de la muestra es el hecho de sacar las vitrinas y las cuerdas que nos obligan a separarnos de la obra tan agresivamente. Lo que siempre fue sagrado ahora se vuelve profano, y podemos acercarnos con todo respeto al cachete de la virgen tanto como queramos, porque la exposición trata de arte y no del mensaje religioso que poseen las esculturas.

El recorrido va mostrando increíbles obras de la colección. Unas no están usualmente en exhibición, y otras sí pero no es fácil notarlas en la salas permanentes (donde la museografía aún no ha sido renovada). Sin atiborrar el lugar de piezas, vamos disfrutando cada una en su espacio propio. En éste, tanto ellas como nosotros estamos cómodos. Disfrutar las piezas individualmente se vuelve una experiencia invaluable.

Hay que visitar esta exposición. El que pensaba que estaba muy visto el arte colonial, que vaya a cambiar de opinión; y al que le guste, que vaya a reforzar sus ideas, porque nada habla mejor del pasado nacional como el entendimiento de éste en el presente. Y nada habla mejor del presente como una curaduría modernizada.