A mitad de camino entre el performance y el teatro posdramático, Fancy Lupe aborda el atentado que sufriera en plena actuación una compañía de teatro en 1981 a manos de un grupo radical de ultraderecha.

Con una constelación de elementos y un acercamiento desde el performance y el teatro posdramático, la obra nos sitúa en un país dispuesto a tolerar todo –que quemen su bandera, que rían de su himno, que desaparezcan a sus estudiantes y que sus ciudadanos sean vistos con menosprecio más allá de sus fronteras–, menos la desaparición de uno de sus símbolos religiosos.

A manera de invitación para el lector de Chilango a alguna de sus funciones en el Museo Tamayo (sábado 9 y domingo 10 de diciembre, a las 7pm; $250), buscamos a Pepe Romero, su autor y director, para platicar con él sobre la pieza en la que decidió retomar ese capítulo tan ignominioso como poco conocido del teatro mexicano.

“Fancy Lupe tiene bases en el teatro posdramático, que yo empiezo a trabajar tanto con Martín Acosta como con Alberto Villarreal”, cuenta Pepe Romero. “Después de trabajar con Villarreal, yo realizo Fancy Lupe. Hay un proceso de investigación y de montaje basado en el teatro posdramático.”

Alan Balthazar

Fotografía: Sandra Blow / Cortesía Pepe Romero

Sobre el origen de la pieza

“Yo doy con el atentado de 1981 gracias a Martín Acosta, que fue mi profesor de teatro. Él me comenta que eso sucedió, y él sabía de mi pertenencia en la adolescencia a esos grupos radicales. Desde los 13 años y casi hasta los 18, yo formé parte de un grupo radical de ultraderecha. A partir de eso, de experiencias personales y de varios documentos que he podido obtener de ese grupo, escribo el texto. Mucha gente del medio teatral no tiene conocimiento del atentado, porque no se levantó ningún acta, no hay registro al respecto. Solo se tiene registro de un desplegado que incluyo en la pieza. Se juntó tanto la necesidad de visibilizar el atentado de 1981, así como los movimientos que empezaron a salir a las calles entre 2013 y 2014 en pro de la familia natural. Estos grupos a favor de la familia natural suelen ser movidos por grupos radicales, como al que yo pertenecí, el que supuestamente realizó el atentado. Ahí empiezan a mezclarse las circunstancias. También tiene que ver con mi exploración sexual, con mi salida del clóset, con mi exploración performática en las fiestas, en el mundo queer.”

Sobre la irrupción de la ficción en la realidad y viceversa

“(El teatro posdramático) es un teatro más divertido, estamos acostumbrados a un teatro aristotélico, que yo siento acartonado. Me interesa del teatro posdramático que la realidad se muestra constantemente. Deja el cartón de lado y muestra las cosas verdaderas, se exponen temas y cosas reales, del presente, de la escena y de los actores en ese instante. Me gusta jugar con esa idea de la irrupción de la ficción en la realidad y de la realidad en la ficción.”

Sobre el tono

“Además de teatro posdramático, se incluyen elementos de danza, de cabaret. Fue gracias al conjunto total de los creativos involucrados en la pieza que se alcanzó ese tono. Hay un tratamiento de dirección hacia un tono tragicómico.”

Sobre el vestuario

“El vestuario fue realizado por Bárbara Sánchez-Kane, una diseñadora de Mérida que conocí a través de las redes sociales. La invité al proyecto y aceptó. Todos mis colaboradores –menos los actores– suelen ser gente que nunca ha hecho teatro. A Bárbara la elegí porque utiliza una performatividad muy grande en todas sus creaciones. Hay un contenido simbólico muy fuerte. Hay una intervención performática dentro de las propias piezas que ella vende, y eso me atrajo de su trabajo. No es moda por ser moda, es una moda que lleva un discurso.”

Sobre la música

“En la música trabajé con Mexican Jihad (Alberto Bustamante), de un colectivo que se llama N.A.A.F.I. Yo he estado muy involucrado en la vida de la ciudad, y a partir de ello, comienzo a conectar con Alberto y otros creativos. Alberto tiene también un acercamiento a la música que me interesaba. No es música por la música. Suele ser música que tiene un trasfondo latinoamericano, político. Con él he colaborado ya por más de cuatro años. Colaboro con él haciendo una fiesta/obra de teatro que se llama Traición.”

Sobre las coreografías

“Para una parte de las coreografías tuvimos el apoyo de Bryan Cárdenas, la madre de una casa de voguing, House of Drag. Mi acercamiento con él fue porque me interesaba la estética corporal del voguing y todo lo que implica por la cuestión política y social del voguing, el movimiento que surge en los 80 en Nueva York, en comunidades latinas y negras de transexuales y homosexuales.”

Sobre el método de escritura

“Mucho no es texto que yo haya escrito, sí hay una estética poética. Pero también hay una compilación y un collage de datos. Hay oraciones reales, canciones reales, documentos, tanto simbólicos como secretos o privados.”

Sobre las obras previas

“Primero escribí una pieza que se llamó Alguien (2011), después Fancy Lupe (2014) y le siguió Co.Boy (2014). Además de todo el trabajo alrededor, que ha ido más hacia el performance y que ha sido mostrado en espacios institucionales, en galerías privadas y en la vida nocturna. El eje que relaciona todo es la vida nocturna de la Ciudad de México, que se ha vuelto un espacio creativo importante. Alguien fue la primera cosa que escribí, ahorita me da un poco de pena. Trataba sobre la identidad, sobre la idea de querer ser alguien, y cómo al momento en que comenzamos a construir esa identidad hay muchos moldes en lo que se puede entrar, dictados por la sociedad. Co.Boy era más abstracta, hablaba sobre la cocaína como una metáfora del capitalismo. Hablaba de los procesos de colonización latinoamericanos y cómo la cocaína está implícita en esos procesos, que incluyen la adicción y la prohibición. Fue muy arriesgada, y de hecho, solo pudimos hacer una función, ya no nos permitieron hacer más.”

NOTA: En las temporadas previas, Alan Baltazar representaba el papel principal. Tras su muerte, Alberto Perera se integró al reparto.