Mientras exploraba los móviles de la identidad mexicana, Octavio Paz se encontró con uno de los hilos más resistentes de nuestra personalidad: el mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo. En El Laberinto de la Soledad ­–en su capítulo Los Hijos de la Malinche– el poeta asegura que los mexicanos nos concebimos a través de la negación de nuestro origen. Un par de jóvenes decidió enfrentar el asunto a través de la reflexión del arte y la cultura en un portal, loshijosdelamalinche.com, que ya tiene más de un año en circulación.

Todo empezó con Héctor Tajonar y Emilio Lezama, quienes crearon en 2009 un espacio de expresión para jóvenes. En él comenzaron a circular opiniones de estudiantes universitarios. Los Hijos de la Malinche se convirtió en uno de los programas de radio por internet del periódico Reforma.

En septiembre de 2010, Los Hijos de la Malinche se transformó en una revista electrónica independiente. Desde entonces funciona como un concentrador de jóvenes con distintos intereses y perfiles, pero con un interés común: la reflexión en torno al arte y la cultura. Su objetivo de ser “un negocio económicamente viable”, de acuerdo con Emilio Lezama, va por buen camino. Esta cualidad busca minar el estigma de que en México las actividades artísticas no son redituables. “Estamos en el camino de ser un proyecto cultural independiente económicamente, que no sólo aporte ideas creativas”, sostiene Lezama.

Para hacer sus contenidos, más de 60 colaboradores han participado hasta el momento. La interacción tecnológica también les ha permitido involucrarse en nuevos proyectos de difusión: su versión en inglés, a través del servicio Google News, le permite divulgar la producción cultural mexicana. A esto se suma una aplicación para kindle y, evidentemente, una cuenta de Twitter @delamalinche

Los Hijos de la Malinche continúa con la tradición de las publicaciones culturales mexicanas, pero esta vez en un formato distinto: nació como un proyecto digital. Se trata de una de esas iniciativas que nacen en esta ciudad y que son un buen termómetro de la actividad intelectual acoplada a la era global, pues la búsqueda de audiencias anglosajonas también es su objetivo. Su futuro depende, como tradicionalmente sucede con todas las publicaciones, de la viabilidad económica en el largo plazo. Mientras tanto, estos jóvenes son parte de esas historias notables de la ciudad.