En un día del hombre están los días del tiempo. Así entendió Luis Barragán (Mexico, 1902-1988) la arquitectura y la plasmó en sus construcciones. Una casa puede y debe contener el universo. Emoción y reflexión. Luz y sombra. Elegancia y sencillez. Belleza y funcionalidad. Nostalgia y alegría. Lo demostró en la casa-estudio que lleva su nombre, levantada en 1947 en la colonia Daniel Garza de la Ciudad de México.

Buscó provocar e inventar sensaciones a partir de líneas rectas, muros desnudos, colores folklóricos y el maridaje de elementos modernos y autóctonos tradicionales para dar vida a una de las obras arquitectónicas contemporáneas de mayor trascendencia internacional, catalogada desde 2004 como Patrimonio Mundial por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

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Terraza (Paris A. Salazar Rodríguez)

Los números 12 y 14 de la calle General Francisco Ramírez, en Tacubaya, una fachada austera y casi anónima que no busca competir ni destacar sobre otros inmuebles y negocios del corredor habitacional, resguardan la construcción de tres niveles, en una superficie de 1161 metros cuadrados que armoniza espacios tan diversos como necesarios: portería, vestíbulo, biblioteca, taller, jardín, comedor, desayunador, tapanco, habitaciones, vestidor y terraza.

Muros encalados de distintas dimensiones se mezclan con otros en tonos amarrillo solar, azul añil y rojo guinda, que contrastan con el color negro de la piedra volcánica y la duela que se utilizó en los pisos. Habitaciones con luz natural, teñida o incluso creando penumbras tenues de acuerdo a la necesidad y la intensión de cada una, algunas rematadas con grandes ventanales de piso y las escaleras de tablones de cantilever.

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Casa (Especial)

Barragán entendió las habitaciones como espacios que sirven como antídoto contra la angustia y el temor, con diseño sobrio, austeridad de recursos, mobiliario, texturas para no distraer al espíritu y vivir con ellos en la justa medianía entre el desapego material y el amor hacia las cosas que sirven.

En el jardín, el arquitecto buscaba crear un refugio contra la agresividad del mundo contemporáneo, por eso invitó a la naturaleza a colaborar con él: una verde lección de geometría orgánica se desenvuelve a través de un camino de piedra volcánica y espejos de agua.

La terraza es una poesía cromática de muros limpios que guían al cielo. La contaminación no sólo infesta el aire, también a las almas. Quizá por eso la arquitectura y las construcciones modernas no buscan convivir con la imagen urbana y ofrecen muros de cristal con espejos que devuelven su imagen a las ciudades.

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Jardín (Paris A. Salazar Rodríguez)

La Casa Estudio Luis Barragán es una oportunidad de reencontrar belleza, inspiración, embrujo, magia, serenidad, silencio, intimidad y asombro en el espacio más íntimo del hombre: su hogar.

Como él dijo en una ocasión: ojos que nada ven, almas que nada esperan.

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Fachada (Paris A. Salazar Rodríguez)

Casa Luis Barragán
General Francisco Ramírez 14, colonia Ampliación Daniel Garza
México, D.F. 11840
Visitas: Previa cita.
Lunes a viernes 10:00 a 14:00 y 16:00 a 18:00 horas.
Sábado 10:00 a 13:00 horas
Teléfonos 5515-4908 y 55 5272-4945
Entrada general $150
Estudiantes, maestros y adultos mayores mexicanos, $75