Su voz en el teléfono se oye acongojada. La buscamos unas horas después de la muerte de Carlos Fuentes porque si alguien tiene autoridad para hablar de él es esta académica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Georgina García Gutiérrez, de hecho, constantemente viaja a universidades de México y el mundo para explicar la obra del escritor recientemente fallecido. Habla apresuradamente, “vi a Carlos Fuentes y a Silvia Lemus apenas en marzo, en la Universidad Veracruzana, en una reunión de la Cátedra Carlos Fuentes”, dice, mientra se lamenta de la pérdida de un hombre que aprovechaba su poder de convocatoria para trabajar “a favor de la cultura y las artes. Con él se vanuestra conciencia, la visión lúcida, crítica y comprometida con México”.

¿Es posible separar la figura delescritor de la del activista en Carlos Fuentes?

Como todo genio, tenía una personalidad compleja, era un hombre de talentos numerosos y excesivos. Tratar de separar al hombre del intelectual no es conveniente. Hay personalidades, como la de él que rebasan toda clasificación, y además su obra es una expresión de sí mismo. Eso sí: su personalidad pública llenó toda una época, su imagen, comenzó a aparecer desde los 50 en los medios y se convirtió en alguien querido.

Mucho tiempo de exposición mediática como para no pensar en desgaste…

Su éxito se debe a que siempre estuvo renovándose; en cada una de sus publicaciones se arriesgaba con algo distinto. En el congreso en el que acabo de estar en la Universidad Estatal de California, los especialistas coincidimos en que a pesar de su larga trayectoria y numerosa obra, Fuentes siempre escribía como si fuera un joven. Inquieta compañía y Vlad pudieron haber sido escritas por un joven y son los jóvenes las que las recibieron con más entusiasmo.

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Gergina García Gutiérrez (Especial)

¿A qué atribuye su renovación constante?

En sus últimas novelas, Fuentes estuvo consignando todo el horror que ha vivido México en el siglo XXI. Si antes su obra era muy crítica con los resultados de la Revolución Mexicana, que no incorporó a los pobres, que no les hizo justicia y no les dio tierra ni trabajo, en la últimas obras hasta hubo un cambio de estética. La silla del águila, La voluntad de la fortuna y Adán en Edén muestran una visión horrorosa de un México en manos de gente que lo ven como un botín, que por sus intereses personales se deja llevar por la corrupción, que perdió la visión del país como patria. La estética del horror fue una forma a la que tuvo que llegar Fuentes para poder representar lo que estaba sucediendo en México, con una pasión que iba de un extremo a otro… Así son las pasiones.

¿El hombre que veíamos frente a las cámaras era otro en la vida cotidiana?

Fue un hombre extremadamente generoso, principalmente con los jóvenes. Desde la década de los 60 apoyó a numerosos escritores porque él admiraba mucho el talento ajeno, quizá porque lo tuvo a manos llenas. Desde entonces fue uno de los artífices del boom latinoamericano: él desde su posición de hombre cosmopolita reformuló la profesión de escritor, mostró que era posible hacer que sus obras se tradujeran y fueran leídas en otros países. Fuentes presentó a varios escritores a quienes posteriormente fueron sus editores y traductores. Lo que puedo decir es que muchos escritores no habrían logrado el renombre que hoy tienen de no ser por el apoyo de Fuentes.

…sin, embargo, Fuentes no era un hombre de consensos entre los medios; algunos de hecho le escatimaban reconocimiento o francamente lo criticaban…


La figura del hombre elegante y mundano podía muchas veces interferir con la valoración de su obra, porque Fuentes despertó muchas envidias. Por desgracia en nuestro país hay una gran intolerancia hacia el éxito. La envidia llegó a obstruir los juicios verdaderamente críticos y su éxito y su talento, sumados incluso a su atractivo físico, más su personalidad carismática, causaban envidias. Los envidiosos proyectan su resentimiento en la gente en la que ven cualidades que a ellos les gustaría tener.


¿La política también le atrajo enemigos?


En su obra nunca nada dejó fuera las cosas que consideraba importantes, y una de ellas es la política. Además de sus ensayos, en su obra la política es imprescindible. Siempre estuvo haciendo análisis no sólo sociales, sino políticos de México. Él tenía un conocimiento importante de la política mexicana y uno podía comprenderla mejor al estar en contacto con su obra. Por ejemplo, La silla del águila es una verdadera disección de la clase política mexicana. Ahí nos muestra la corrupción e incompetencia imperantes. Esto no le ganaba amigos. La voluntad y la fortuna es también un retrato del país. Y no se trata de retratos realistas, sino traducidos al arte literario, lo que mostraba con mayor fidelidad los horrores que México está viviendo.

Su obra es muy vasta, y todos hablamos de ella, pero pocos la dominan. ¿Cuáles serán los libros que realmente pasarán a la posteridad?


En su conjunto, su obra, por el hecho de ocuparse de darle seguimiento a los cambios que el país ha sufrido principalmente en el siglo XX, es importante; sin embargo, se puede hablar deLa muerte de Artemio Cruz como una novela casi insuperable, y otros hablan de Aura. A mí, la obra que más me gusta de Carlos Fuentes es la que estoy leyendo.

Sabemos que Silvia Lemus fue la mujer de su vida, ¿cree que haya otras en esta categoría?

No lo sé. Otra mujer importante es Rita Macedo, la primera esposa. Fue considerado un Don Juan en los 60…

¿…Y Jean Seberg?
En una novela autobiográfica Diana o la cazadora solitaria, él remite a la figura de la actriz como un romance temporal. No sabemos si fue cierto. Lo que sí sabemos es que anduvo con actrices muy bellas en la década de los 60, pero cuando se casó con Silvia Lemus deja atrás esta historia.

¿Cómo invitaría a las nuevas generaciones a conocer a Carlos Fuentes?
Yo les diría que se acerquen a Aura y a los cuentos del autor, después ir a Inquieta compañía y tratar de ir pasando, ya con mayor familiaridad, a las novelas.