Este 31 de marzo, el escritor cumpliría un siglo de vida, por eso celebramos recordando, a través de su obra, cuatro de sus facetas: poeta, dramaturgo, ensayista y crítico.

El poeta

Su obra es amplia y eficaz: sigue vigente. En su poema Libertad bajo palabra, el autor parecía profetizar la violencia y la soledad de ella derivada.

  • Patria de sangre,
  • única tierra que conozco y me conoce,
  • única patria en la que creo,
  • única puerta al infinito.

En El ausente:

  • La sangre de la tierra,
  • la de los animales y la del vegetal
  • somnoliento,
  • la sangre petrificada de los minerales
  • y la del fuego que dormita en la tierra,
  • tu sangre,
  • la del vino frenético que canta en primavera,
  • Dios esbelto y solar,
  • Dios de resurrección,
  • estrella hiriente
  • insomne flauta que alza su dulce llama
  • entre sombras caídas,
  • oh Dios que en las fiestas convocas a las
  • mujeres delirantes y haces girar sus
  • vientres planetarios y sus nalgas salvajes,
  • los pechos inmóviles y eléctricos,
  • atravesando el universo enloquecido
  • y desnudo y la sedienta extensión
  • de la noche desplomada.

En El desconocido:

  • Él marcha solo, infatigable,
  • encarcelado en su infinito,
  • como un solitario pensamiento,
  • como un fantasma que buscara un cuerpo.

El dramaturgo

Con La hija de Rappaccini, mezcló su visión con el surrealismo, para mostrarlo como un activo creador de tal corriente literaria, que en él fue un manifiesto profundo. Basada en un texto de Nathaniel Hawthorne, la primera puesta en escena se hizo con escenografía de Leonora Carrington y la actuación de Juan José Arreola, entre otros grandes. El uso de las cartas del tarot, hoy nos recuerda a Jodorowsky: vemos una particular poesía cósmica. Aquí el inicio de la obra:

Mensajero: Mi nombre no importa. Ni mi origen. En realidad no tengo nombre, ni sexo, nada que sea mío. Nada, excepto la imagen de vuestro deseo, que antes ignorábais. Soy el lugar del encuentro, en mí desembocan todos los caminos. ¡Espacio, puro espacio, nulo y vacío! Estoy aquí, pero también estoy allá; todo es aquí, todo es allá.

El ensayista

Imposible hablar de Paz sin mencionarlo como ensayista. Sus disertaciones sobre otros autores son notables, pero a los chilangos nos suena más cercana esta divagación sobre el verbo que todo capitalino escucha tarde o temprano: chingar.

En El laberinto de la soledad:

En México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos. Se puede ser un chingón, un Gran Chingón (en los negocios, en la política, en el crimen, con las mujeres), un chingaquedito (silencioso, disimulado, urdiendo tramas en la sombra, avanzando cauto para dar el mazazo), un chingoncito. Pero la pluralidad de significaciones no impide que la idea de agresión –en todos sus grados, desde el simple de incomodar, picar, zaherir, hasta el de violar, desgarrar y matar– se presente siempre como significado último. El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro. Y también, herir, rasgar, violar –cuerpos, almas, objetos–, destruir. Cuando algo se rompe, decimos: “se chingó”. Cuando alguien ejecuta un acto desmesurado y contra las reglas, comentamos: “hizo una chingadera”.

El crítico

En su faceta de crítico (escribió sobre casi todas las disciplinas con mirada analítica), Paz elogia a dos escritores fundamentales: Jorge Ibargüengoitia y José Revueltas. Aunque se habla mucho de la arrogancia de Paz, su visión franca y de elogio sobre estos dos autores, ahora un poco olvidados del gran público, nos muestra a un escritor que, ante otro con el nivel suficiente, no dudaba en dar a cada quien lo suyo.

Sobre Las muertas: La novela de Ibargüengoitia es una variación más del tema inacabable, el primero y el último, el verdadero y único tema del arte literario: la naturaleza esencialmente misteriosa de los seres humanos.

El humorista es siempre un moralista. La risa es una defensa contra lo intolerable. Jorge Ibargüengoitia es uno de los mejores novelistas hispoanoamericanos.

Sobre El luto humano: Revueltas siente una especie de asco religioso, de amor hecho de horror y repulsión, hacia México. Seguramente Revueltas no ha escrito una novela, pero, en cambio, ha hecho luz dentro de sí. De su obra no quedará, quizá, sino el aliento: ¿no es esto suficiente para un joven que apenas se inicia, y nos inicia, en la misión de crearnos un mundo imaginativo, extra y turbadoramente personal?

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