¿Qué es?
Molletes a base
de frijoles con una buena dosis de chilaquiles, rojos o verdes, gratinados. Un
clásico.

¿Por qué lo
probaríamos?

Porque cuando te
comes un tecolote sabes que todo está bien: te la curaste con chilaquiles, pero
no te perdiste del antojo de los molletes. Porque una vez que elegiste si los
quieres rojos o verdes, tienes todo el permiso de tirarle una cantidad
importante de pico de gallo, pues al fin y al cabo, ¡son molletes!

¿De dónde viene?
/ ¿Dónde lo podríamos encontrar?

Todos lo sabemos,
vienen de Sanborns, la tienda de los tecolotes (¡ah, claro!) y por más envidia
o rencor que se le tenga al señor Slim, este platillo merece todo el crédito y
nuestro más sincero respeto. Ahora, ¿no sería bueno que un sábado nos
quedáramos en casa para crear nuestros propios tecolotes? ¿Qué tal si después
del chilaquil gratinado le aventamos unas tiras de cecina o tasajo? ¿Qué tal un
par de rodajas de cebolla morada desflemada con habanero? ¿Qué tal ahogarlos en
la misma salsa de los chilaquiles? ¿O que antes de gratinarlos incluyéramos
trozos de aguacate con salsa macha? Ya nos estamos entendiendo.