Éste es un vino de postre, cosecha tardía. Así que, como se esperaba, es dulcísimo. Desde
que lo sirves se siente espesón, meloso. No hace falta esforzarte mucho, ni siquiera meter la nariz a la copa como le hacen ‘los que saben’, ya
que los aromas dulces salen solitos.

Podríamos tratar de describirlo
con aromas de frutas cristalizadas, miel, panal… pero es mucho más
fácil explicarlo diciendo que huele y sabe a rollo de membrillo, de
esos dulces de Morelia, tipo ate, pero cubierto de azúcar.

Aquí lo interesante es el maridaje con el plato de queso manchego español
que, sin meternos en mucha complicación con su sabor,
podemos describirlo fácil y rápido como ate con queso o queso con
miel. El platillo viene con un frasquito de miel, pero te sugerimos
probar primero solamente con el vino,
sin duda una versión muy
agradable de un postre clásico.