La taquería Orinoco es de esos lugares que se dejan querer solitos. Aunque se trata de un negocio regiomontano (que están adoptando tierras chilangas desde hace poco más de 15 días), te hace sentir de inmediato en casa. Tal vez sea su aire de «taquería de barrio» o su carta que es como un apapacho bien condimentado.

Antes de sentarte en la mesa, hay que pagar. Acá el formato del mesero que toma la orden in situ no aplica. Tampoco hay televisores ni distractores más allá de los cinco tipos de salsas que ilusionan a cualquiera. Así como las paredes blancas con grandes espejos, que de inmediato llaman la atención.

Adentro no hay excusa que valga: el taco es protagonista y mandamás. Hay varias opciones de dónde escoger, pero los mejores son el de trompo (parecido al pastor, pero con toque norteño) y el de chicharrón de cachete.

Foto: Ollin Velasco

El primero lleva espolvoreada un especie de confeti de tortilla. El segundo es puro pecado, porque el chicharrón viene de Monterrey, donde generalmente es mucho más gordito.

Si entras a este lugar no olvides preguntar por las «piratas», que son como quesadillas de rib eye. Las gringas, campechanas y costras son como las conocemos en la capital, pero con queso de Aguascalientes. Las Papas Orinoco (o papas aplastadas) son un buen tentempié y las salsas (verde cremosa, de chile piquín, cilantro, roja y de yogurt) acompañan fielmente a todo lo anterior.

Si la Orinoco se te atraviesa en el camino con sus delicias fritas y su agua de jamaica con guayaba y panela, no te hagas de rogar y entra. Este proyecto norteño trajo tacos a la mera tierra taquera y lo están haciendo muy bien. Vale la pena ir a darles visto bueno en persona.

Foto: Ollin Velasco

¿Dónde?

Insurgentes Sur 253, Roma Norte, 5514 6917, lun–dom 12-5 h, tc: todas.