Por: cohen/buenavidamx

El paladar chilango está acostumbrado a lo dulce por naturaleza: le echamos azúcar al café y al agua de sabores; a la fruta le ponemos miel, somos consumidores empedernidos de refrescos, pan dulce, golosinas, helados, nieves y un largo etcétera- El vino dulce, de ser más accesible, podría ser una opción divertida, interesante, que cubriera al menos parte de nuestra necesidad casi insaciable de azúcar.

Existen cinco tipos de vino y en todos ellos podemos encontrar una opción con algo de azúcar:

Los blancos: la mayoría con altos contenidos de azúcar.
Los tintos:
Existen algunos como el Lambrusco, que además de ser burbujeante contiene suficiente azúcar como para decir que es algo azucarado, o los fortificados como el Oporto que también tiene su buena dosis.
Los rosados
: – como los “White 05-Zifandel” que en los últimos años han generado un gran boom.
Los espumosos:
de los que hablamos acá.
Los dulces: en los que hay opciones con 50 g/L de azúcar hasta los 300 g/L. Estos últimos son menos populares por varias razones: la más importante es que es un vino blanco (hay de todo, pero llegan muchos más blancos) y, en general los chilangos tomamos vino tinto. Luego pocos saben de su existencia porque o no hay en las tiendas, o cuando los hay pueden no ser muy llamativos; tal vez no sabemos exactamente qué son , o tal vez sea por precio (generalmente cuestan una lana y las botellas son chiquitas).

Varios países tienen tradición de hacer vinos dulces. Alemania y Canadá con sus Icewine, Francia y Hungría con sus vinos botritizados y el resto del mundo que puede hacer cosechas tardías. Generalemente son vinos costosos, pero ya en los supers del DF se pueden conseguir unos argentinos y chilenos a precios accesibles.

La experiencia del vino dulce es muy muy divertida, rompe con todos los parámetros a los que estamos acostumbrados y suele dejarnos con una sonrisa en la boca, así que aunque sean caros y chiquitos nos gustaría que en éste 2010 se pongan de propósito darse la oportunidad de conocer el vino dulce, que por cierto debe servirse bien frio y en copitas más chiquitas que las acostumbradas.