Lo que alguna vez fuera una embajada de la Real Cocina Tailandesa, hoy se ha convertido en una franquicia estandarizada y costosa de una marca famosa en Europa.

Los platillos que en Thai Gardens se presentan agradan en gusto pero han dejado de sorprender. La amable recepción con caravana, las danzas rituales, el enorme buda en la planta alta y la ambientación selvática con muebles de teka, han pasado a ser artificios de utilería que ya no convencen. El servicio aunque eficiente y bien preparado, tiene una limitada interacción. Los platos, bien presentados, demeritan en los simplones platos y cuchillería. En un lugar donde los precios son considerablemente altos, la comida debería ser increíble y espectacular.

Lo cierto es que el cardamomo, la leche de coco y el lemon gras siguen presentes en los platos y aunque son muy agradables al gusto, la experiencia ya no es memorable. Cabe destacar que por desgracia, en una ciudad tan grande como el DF, esta es la única opción decente al hablar de comida auténticamente thai.

Por ahora los socios apuestan a una franquicia próxima a abrir en la Condesa, más accesible y popular con nueva decoración, mismos cocineros pero sin los grandiosos precios