Si eres del cinco por ciento que no fue a Japón en junio, seguramente te quedaste con ganas de probar un buen sushi. Pero no todo está perdido, este nuevo espacio calmará, temporalmente, tus ansias.

Aquí todo se trata de nigiris, esa pieza de pescado crudo acompañada por una almohada de arroz al vapor, que, bien seleccionada, es como un pedacito de cielo. Imagina probar un erizo que se deshace en la boca, o de toro –la parte más grasosa del atún–, que resulta casi pornográfica. Todo eso sucede en la pequeña barra de este lugar.

En el restaurante de apenas 15 asientos, te sentirás como en el documental Jiro Dreams of sushi (si no lo has visto, está en Netflix). Conforme ordenas los nigiris, el chef los va preparando al momento. Vale la pena observar los movimientos que no duran más de 15 segundos por pieza. El nigiri se coloca en una tabla frente a ti, y no hay de qué preocuparse si no eres hábil con los palillos, está bien visto tomarlo con la mano. Sólo evita bañarlo con salsa de soya –sería como robarle el alma al pescado–.

Saca la quincena y ordena una sopa miso, una ensalada y el siguiente sexteto: akami (atún), kanpachi (pescado blanco), sawara (sierra), king salmon, toro (atún con marmoleo) y uni (erizo).

Para los amantes de los makis (rollos) el que no tiene rival es el shake kawa maki, está elaborado con piel de salmón, pepino, nabo encurtido, zanahoria y cebollín. Pero que no te engañe su tamaño, pues aunque su precio es elevado, lo vale. En caso de ser fanático de los bowls de arroz, amarás el donburi de mariscos. Lleva hongo shiitake (típico de Japón), salmón, camarón, atún, ikura (hueva de salmón) y tamagoyaki (tortilla de huevo) y lo puedes bajar con el sake de la casa, es mexicano.

Iwashi significa sardina y es que dicho pescado es de los más económicos. Aunque no podríamos decir que los precios de este lugar son asequibles, pero comparado con sus filiales, el ticket es menor. Yo tampoco he ido a Japón, pero en lo que ahorro, este lugar servirá de práctica.