Por Georgina Hernández (@Gynna_H)

El nombre del lugar está dedicado a la Virgen María e, incluso, todos los platos de la carta llevan las distintas denominaciones que ésta ha recibido en el mundo. No importa que no seas devoto, el encanto y la buena vibra de este negocio harán que disfrutes cada bocado, sobre todo si tu paladar es fiel seguidor del jocoque, el ingrediente estrella del menú.

Si lo visitas por la mañana, te recomendamos pedir los huevos La Salette; se sirven estrellados y perfumados con romero y albahaca, los acompañan con la blanca especialidad y pan árabe en totopo. Por la tarde, elige la cemita Notre Dame, preparada con pechuga a la parrilla, jocoque y el mezclum (ensalada) del día. El pan es esponjosito, con un delicioso sabor a anís, y resiste hasta el último bocado sin ponerse aguado o mojarse por los ingredientes.

Hay que pasar por los postres, hechos especialmente para la gente que es intolerante al gluten o padece diabetes, como la tarta de María hecha con una costra de frutos secos horneados, una base de jocoque con aceite de oliva y kiwi. Un cierre muy saludable y sin culpa.

Síguelos en twitter: @SainteMarieBist