Rulfo es muchos lugares en uno. Los espacios, sin paredes entre unos y otros, están definidos para que te puedas acomodar de acuerdo con la necesidad que te ocupe. ¿Quieres ejemplos? Comer solo frente a tu laptop (el wi-fi es gratis, ¡yei!), beber un trago o un té con un postre (enseguida hablaremos más de ellos), aventarte una cena nice en un espacio, literalmente, de manteles largos… tú dices.

En la cocina es más o menos lo mismo: el menú incluye tacos al pastor, ceviche peruano, empanadas de carne (horneadas al momento y acompañadas con un chimichurri casero bastante memorable) y hamburguesas con 220 g de carne, servidas entre dos panes de chapata. México, Argentina y Perú se abrazan en este sui generis restaurante, en el que conviven sin problema el asador, la estufa y el horno de leña.

Ojo: optar por la tabla de quesos locales e internacionales, que incluye mermelada de chile pasilla hecha en casa y pan rústico, es también una muy buena decisión.

Los postres tienen un rincón para ellos solos que se llama Amado. De ahí salen pasteles de limón y galleta con un merengue que tiene dos dedos de alto, además de pasteles de zanahoria que parecen hechos por una amiga de toda la vida, muy caseros.

Rulfo es uno de esos lugares en los que el tiempo se va volando, de tan cómodo y satisfecho que te sientes desde que llegas hasta que te percatas de que te tienes que ir.