Rico, aunque caro, pero en un ambiente completamente romántico. Tanto que en cualquier momento podría salir Cupido a flechar tu corazón.

En vivo y a todo color suenaMoonlight Serenade,tocada con el piano de la esquina. Luego el músico se va y ponen en el sonido a Kenny G. Parejas de adultos a derecha e izquierda. Algunos aplauden tras acabarse la canción, otros se dedican a disfrutar de su platillo. El colorido es creado por el piso de madera oscura y el café claro de los sillones de las mesas. Un sencillo tulipán naranja como centro de mesa levanta el ánimo del lugar. De un lado hay ventanales con una vista panorámica de la ciudad; del otro, espejos que engañan a la vista simulando estar en una megaplaza.

La atención empieza con manteles largos al ofrecerte la cortesía de la casa: hígado de pato en salsa de frambuesa, excelente botana por su combinación entre lo salado-espeso del paté con lo dulce-ácido de la salsa de frambuesa. Un Merlot –Caballero de la cepa– queda bien para complementar.

Si quieres algo calientito, puedes elegir la sopa de cebolla o, mejor aún, la de verduras. Cae perfecta porque viene como debe de ser: hirviendo y con las verduras perfectamente cortadas. Su presentación parece obra de toda una producción cinematográfica: dos meseros y el gerente van a tu mesa para servirte un minitazón. Te la acabas en un abrir y cerrar de ojos, pero cinco minutos después ya tienes tu segundo plato en la mesa. El filete en salsa de morillas fue una recomendación del personal y es bien aceptado por el comensal. Acompañado de papas a la francesa (nada del otro mundo), resulta un poco salado para algunos; otros lo encontrarán cremoso y divertido con el toque agudo de los champiñones. Y si todavía te quedan gotas del Merlot, te sabrá mejor.

En los postres está la ya muy vista, pero siempre buena bomba de chocolate. Aunque es bastante tardada su preparación, resulta una verdadera delicia. Sólo basta partir un pedacito del pastel para que explote el centro líquido y derrita al helado de vainilla junto con el suave pastelito que lo rodea. Se lleva un diez.

Los meseros no te quitan el ojo de encima convirtiéndose en tus mejores guaruras. Te consentirán mucho, aunque no llegarán a enfadarte.

Rivoli puede resultar caro para una comida con amigos, pero muy parece bastante adecuado para sorprender a tu pareja.