En la calle Colima, esquina con Orizaba, justo en el corazón de la colonia Roma, se erige una hermosa casa porfiriana, de principios del siglo XX –embellecida, además, por el arquitecto Franco Ayala y el diseñador sueco-mexicano Alexander Díaz Andersson– que alberga este, no digamos restaurante, sino centro artístico, cultural y gastronómico, para ser más precisos.

En Blanco Colima, se reúnen tres experiencias culinarias bajo un mismo techo, como ellos mismos declaran: el bar Blanco Colima, un lounge donde puedes disfrutar de un coctel mientras escuchas música en vivo o a algún DJ internacional; Belafonte, un oyster bar; y Lázaro, un fine-dining donde el menú, además de cambiar constantemente, se define en función de lo que más disfrutan comer el chef Víctor Zárate y el chef ejecutivo César de la Parra.

Cuando vayas, y la recomendación es que lo hagas pronto, debes tener muy presentes los tacos de lechón. ¿Qué tienen de extraordinario? Para empezar, el hecho de que la carne es cocinada durante 12 largas horas, a muy baja temperatura, con el propósito de obtener un producto jugoso y lleno de sabor. De nosotros te acuerdas cuando los pruebes.

Otra carta fuerte en esta cocina es la tártara de jitomates, para lo cual rostizan el fruto, añaden un tempura de flor de calabaza y coronan el platillo con un crujiente de queso. El resultado es un delicioso juego de sabores y texturas que debes probar.

¿Quieres salir de ahí con un dulce sabor de boca? Prueba la pavlova, hecha con queso mascarpone, Grand Marnier y frutos macerados en vino tinto. La presentación es tan estética, que desde que la veas frente a ti te va a conquistar.