Desde la entrada se percibe un rico olor a pulpo que sale de la cocina e inunda todo el lugar, el aroma no engaña la vista y pedacitos de pulpo reposan sobre una cama de papas rebanadas que, una vez en mesa, resulta un plato generoso, en seguida se hace agua la boca. Ése es uno de los platillos favoritos de Rebost, un restaurante de sello catalán cuya nostalgia por la comida de aquella franja española es el origen de cada una de las ricuras de la carta.

Aquí preparan la mayoría de sus insumos: mermeladas, pan, embutidos y la reina de la casa, una butifarra (embutido de Cataluña) hecha con carne de cerdo bien condimentada. La sirven al carbón y su sabor es difícilmente superado por el resto de lo que ofrece el menú. Sin embargo, no se pierdan sus ensaladas con queso azul (hay por lo menos tres) ni sus paellas, que siempre están listas para el antojo.

Por cierto, las mesas se encuentran en una terraza muy agradable y sirven vino blanco o tinto por copeo.