¿Te has preguntado por qué a veces vale la pena comer en un restaurante hecho y derecho? Con esa premisa entré a Pleno, un restaurante de cocina internacional que basa su comida en las cocciones lentas y los rostizados.

Y me encontré con una gran experiencia culinaria, pues estas técnicas logran que los ingredientes que usa el chef Alberto Kalach lleguen a consistencias tan suaves y a sabores tan vivos, que cada platillo de la carta tiene personalidad propia.

En esta ejecución de influencias de la cocina americana, oriental y japonesa, probé delicias como un Hummus suave y muy ligero acompañado de apio, zanahoria y crujientes tortillas de sutil jalapeño; y un generoso lomo de esmedregal con puré de piña y una trozo de piña a la parrilla, sellado y marinado en mezcal y chile pasilla.

Por lo regular cuando como en un restaurante nuevo, salgo con un plato favorito que se queda en la memoria de mi paladar por un buen rato, pero en Pleno me fue imposible escoger entre los tacos de Lamb belly, de jugoso (y a la vez doradito) cordero; los calamares a la parrilla, con cus cus, de textura tierna en salsa de aceite, ajos y chiles cuaresmeños que resaltan su sabor, o la pizza grill de masa suave con pato rostizado como protagonista, mezcla de queso gouda y azul, adornada con peras igualmente rostizadas, arúgula y creme fraiche.

Aunque debo decir que el short rib braseado (en porción para compartir) por 12 horas es la estrella; poder comértelo a cucharadas (eso habla de la suavidad en su consistencia) evidencia esa cocción lenta en una infusión de laurel, cilantro, pimienta, que explota sus sabores y conserva sus jugos. Va con cebollas glaseadas en mantequilla y un puré que puede ser de papa o de otro ingrediente, según haya decidido ese día el chef.

Hay postres (como el panqué de zanahoria, para nada seco, acompañado de una bola de helado de té chai y mascarpone, y también coctelería, en un principio asesorada por los bartenders de Limantour pero que ha tomado un estilo propio a través de arriesgadas combinaciones de frutos frescos y muy bien cuidadas al igual que en la comida.

Entonces es cuando vale la pena ir a sentarse a un restaurante como este. Todo lo que sirven va más allá de la primera impresión del nombre. Usan ingredientes de primera calidad, especias y se esmeran en la presentación y las preparaciones, haciendo reducciones, infusiones, emulsiones y purés; y lo mejor, no entrarás en shock al ver los precios, a eso le llamo una verdadera experiencia 360°.