Quien conoce la cocina del chef José Manuel Baños (Pitiona en Oaxaca) sabe lo que le espera al visitar Piedra Sal. Si no, es un buen momento para descubrirlo.

Este nuevo restaurante de corte mediterráneo, con una notable barra de mariscos y un interiorismo que envidiaría cualquier espacio de Nueva York, posee una estética moderna y desenfadada, con sutiles guiños mexicanos como sus sillas tejidas en color gris o sus lámparas de barro negro. Elementos que provocan un entorno relajado donde no hay cupo para los manteles largos. De hecho, el restaurante es perfecto para disfrutar de una tarde soleada y una larga sobremesa. Si el presupuesto lo permite, claro, porque es todo menos barato.

El objetivo de la cocina es sorprender por la calidad y frescura de sus productos. Para comprobarlo basta con darse una vuelta por su barra de pescados y mariscos, donde uno puede sentarse a deleitar una orden de almejas, king crab u ostiones crudos sin culpa.

Si eres fan de las tostadas de atún, tienes que probar su versión. La base es una tlayuda crujiente y la acompaña un toque de cebollas caramelizadas que la hace diferente y deliciosa. Aunque su menú caliente también tiene una que otra joya. Por ejemplo, las adictivas almejas con mantequilla, limón y pimienta (asadas a las brasas) o el short rib cocinado a baja temperatura durante 14 horas. Su carne es tan suave, que se desprende del hueso con apenas tocarla.

Pero pidas lo que pidas, tienes que dejar hueco para el postre. Aunque el chef no es conocido por su cocina dulce, tiene un helado de plátano con chocolate que vale romper cualquier dieta, así como su cremoso cheesecake con una capa de caramelo crujiente que es difícil de resistir.

Por su estratégica ubicación, atrae a un público donde predominan los altos ejecutivos y una que otra celebridad. Y para cuando leas esto probablemente ya tendrán abierta su terraza, así como su carta de coctelería diseñada por Mica Rousseau (Fifty Mils). Si buscas un lugar fancy donde puedas comer rico, estás en el sitio indicado.