En el corazón de polanquito, la humilde elegancia de este íntimo lugar tipo bistro (fondita french) es sin duda uno de los rincones favoritos de quienes disfrutan de lo apaciblemente casual y auténtico. Es como si tu abuelita Cordon Bleu te invitara a comer el martes.

La sencilla decoración también es como si tu abue agarrara la onda de lo que prende y lo interpretara con sus propios muebles. El lugar tiene 4 mesas pequeñas y una comunal un poco más grande. En total caben 20 comensales. Cuatro personas atienden el lugar supervisados por la dueña y un bulldog. Si te importan detalles como cuchillos Laguiole con la carne y cucharitas especiales para todo, de ahí eres.

El único mesero te recibe con alguna entradita de cortesía que bien puede ser una bolita de risotto o una tapita con tomate. El reducido menú de una hoja con unas cuantas entradas, primeros y segundos cambia periódicamente y combina lo cotidiano de la cocina casera mexicana con especialidades más tipo europeo.

Igual encuentras unos tacos de pollo con todas las de la ley, al lado de un estofado a lo francés. A pesar de lo corto del menú, siempre hay un buen balance entre carnes, pescados, alguna pasta y lo mexicano.

Las quesadillas con epazote, el huachinango al ajonjolí quemado, las madeleins recién hechas y el mousse au chocolat son adictivos. Los drinks undercover en tacita son la neta.