Para los amantes del buen sushi, como el Suntory o el Tori Tori, puede ser un poco arriesgado. Es un lugar muy fresa, consentido de las “señoras bien” de la zona, aunque el ambiente es bastante heterogéneo: chavitos, oficinistas, jóvenes y gente mayor.

El lugar es agradable, sin detalles que obstruyan la vista. Todo es blanco, con madera de color claro y, si uno tiene tiempo, puede admirar algunas litografías del famoso pintor oaxaqueño Sergio Hernández.

Los meseros son muy atentos y eficaces, casi todo viene a tiempo. El rollo de spicy tuna es una de las entradas clásicas, aunque es un poco difícil comer, ya que se deshace antes de llegar a la boca si pasa primero por la soya.

Es recomendable que vayas directo del plato a la boca sin escalas, pues al arroz le falta un poco de cocción para que esté más mojadito y pegajoso. Si vas a pedir sashimi echa antes un ojo a la barra para cerciorarte de que esté fresco. Si lo está, ¡adelante! El pescado en salsa teriyaki picante, que puede ser atún o robalo, viene reseco de algunas partes y, aunque este error se podría perdonar con una buena salsita, la que tienen ahí es bastante salada. Un pastelito de arroz al horno lo acompaña y es penosamente incomible, por lo duro y chamuscado que está; parece un muégano japonés.

Uno quiere por lo menos terminar con un buen sabor de boca y pone su esperanza en los postres. Para no errarle, la clásica tarta de chocolate blanco con zarzamoras estilo La Raclette. Y en efecto, es lo más rico: la acidez de las frutas equilibran la dulzura del chocolate blanco y la masa está en su punto, al grado de que se desmorona en la boca.

Si estás encerrado en el Centro Comercial de Duraznos no te desesperes, considera que también hay otras opciones, hasta comida rápida en el primer piso.