Este acogedor rincón ofrece la pocas veces comprendida cocina de barrio (no nos miren a nosotros, así se autodenominan ellos), dividida en tres: de mercado, española y dulce.

Empieza tranquilo, con un coctel virgen o una fabulosa Miche Newton: clamatito, cerveza y una brocheta de camarón con aceitunas.

El menú cambia constantemente, pero tendrás suerte si encuentras el ceviche amarillo de camarón y pescado (en la foto). Lo sirven con leche de tigre, coco, maíz tostado y helado de mango hecho en casa. Una rica combinación.

El responsable de mi próximo regreso a este lugar es el tartar de atún sobre una cama de tabule de menta. El pescado va glaseado, dándole un toque dulce que contrasta bien con lo fresco del tabule. Lo adornan unas gotas de aguacate y jitomatitos cherry.

De la parte española, el tradicional arroz caldoso de mariscos en cazuela de barro cumple con el lado más casero. Para endulzarte, un cheesecake según Newton: deconstruido (una tendencia medio hipster de algunos restaurantes).

Si eres de carrera larga, quédate para un trago en la nochecita. Los focos exteriores crean un ambiente tipo Broadway y la mixología corre por parte de Khristian de la Torre (si te suena conocido, probablemente lo ubicas por Kaye o Artemisia).

Este lugar es bueno, bonito y barato. No dudes y cae al 105 de Newton.