Lo simple casi siempre es lo mejor, por lo menos en esta cafetería. Su as bajo la manga es el café americano. Claro, no hablamos del que preparan en la cafetera industrial, huele a oficina y se ve como agua, sino de uno que requiere años de estudio y conocimiento técnico para ser preparado en el dripper o la prensa francesa.

El primero destaca la acidez y la dulzura del grano, perfecto para los amantes de las emociones fuertes; la segunda, una suerte de equilibrio y balance. Un par de mesas de madera reciclada y unos bancos altos hacen que la experiencia de tomar un café de Atoyac de Álvarez en pleno sur de la ciudad sea de lo más europea.

LO MEJOR. Si quieres ser todo conocedor, ordena los dos tipos de americano al mismo tiempo y, con ayuda de los baristas, siente las variaciones de sabor en cada uno.