Desde hace 30 años esta cantina está en una esquina imperdible de la Condesa, y ya hay mucho amor ahí. Ese lugar no quiere dejar ir a su restaurante, el restaurante no quiere dejar la esquina y todos los clientes que la llenan, quieren que se quede.

Una cantina típica con los resultados típicos: buena comida, buen servicio, buenos tragos y ámonos, a pasarla bien. Su especialidad es la comida yucateca: frijol con puerco, sopa de lima, papadzules y cochinita pibil están deliciosos, pero los de pavo con mole te dan el acento yuca.

Pero si tu hambre no trae lo yucateco porque lo buscas, lo buscas y no lo buscas, los cortes de carne están buenos, nada excepcional. Por su parte, los camarones que se durmieron se los llevó la corriente del Montejo y amanecieron empanizados, o al mojo, y quedan muy buenos.

Es buen lugar para comer, aunque conforme avanza el día, la tarde y la noche, los que se quedan se van quedando y van armando la fiesta. Fiesta que no para si la pasas muy bien y que cuando la pases demasiado bien no sabrás si para.

El servicio es muy bueno y el personal muy amable, o al menos eso parece cuando todos están teniendo un buen rato. Nada menos que esperar de una cantina, porque el Montejo no inventó ninguna fórmula nueva, sólo sigue manteniendo viva la que funciona y le echan ganas para cuidarla.