Julien de Bellaigue ha sumado su experiencia y sus vivencias gastronómicas en Francia y México en este restaurante en pleno corazón de la Condesa, que resalta por su fachada azul, sillas amarillas y aroma a mantequilla. La mejor hora para visitarlo es la mañana, porque abren las ventanas a partir de las ocho para la gente que quiere pan y café para llevar.

Más tarde desfilan grupos de amigas que piden los huevos benedictinos, excepcionales por su salsa holandesa preparada con huevo, mantequilla, nuez moscada y un toque de limón.

La especialidad de la casa, como el nombre lo dice, son los sándwiches (croques); tienen 10 tipos con opciones para todos los gustos. Para vegetarianos, por ejemplo, está el Jacob, con falafel y queso de cabra, o la sopa de cebolla, hecha con caldo de pollo y cerveza. Si eres tragón, tienes que probar su Doble Croque XL (tres niveles de pan, salsa bechamel, queso y jamón).

De tomar hay jugos naturales y limonadas, pero si buscas algo no tan sano, hay tragos, pastis (anís típico francés) y una carta breve de vino francés.

Y, para rematar pide un Juanita: pan brioche, Nutella y mermelada casera de plátano. Ahora sí, a disfrutar el mal del puerco.