El servicio en este restaurante es impecable, siempre hay alguien con una sonrisa esperando a servirte y esto hace que todo sepa mejor, aunque su cocina no lo necesite. Platillos caseros y totalmente concentrados en el sabor es lo que sirven aquí.

El arroz con fideos, suave y humeante es una entrada clásica. De los kipkes recomendamos el de carne pues esta pequeña croqueta envuelve todos esos sabores a especias que uno espera de la comida árabe. Para finalizar, una de sus famosas brochetas de salchicha de cordero, jugosa, bien servida y especiada no te decepcionará.