Desde que pones un pie en la entrada de este restaurante te llamará la atención la decoración. Una fuente gigante a tu alrededor te recibe, no podrás evitar voltear hacia arriba para ver el cielo y el agua que se desliza por las paredes y tal vez sentirte en el fondo de un pozo.

Muchos de los platillos que aquí se sirven son preparados en un gran horno de leña que se encuentra justo enfrente de la cocina y a la mitad del comedor. Angosto y rectangular, con iluminación tenue y paredes de ladrillo, pareciera que estás dentro de ese horno, por supuesto que el clima es fresco.

Con un estilo sobrio y algo elegante, esperas a que alguien te reciba para pasar a tu mesa. Por el tamaño del lugar no es común ver grandes grupos de comensales. Si quieres ir con más de seis personas, mejor haz una reservación antes para que tu mesa esté lista.

Antes de ordenar puedes pedir un martini de manzana, al probarlo te vendrá a la mente el comercial: “una explosión de sabor en tu boca”, y la rodaja de manzana que flota en la superficie es ideal para comértela al final. Seguro James Bond estaría dispuesto a cambiar su típico martini “agitado, no revuelto” por éste. Claro que también puedes pedir vino de mesa, el principal es el italiano Montepulciano d’Abruzzo.

El menú se divide en entradas, ensaladas, pasta, pizza y carnes y postres. Por el tipo de comida con exceso de carbohidratos es mejor que de entrada pidas las verduras al grill, salteadas con un toque de aceite de oliva. Este platillo se caracteriza porque algunas verduras como el brócoli están casi crudas, lo que les da la consistencia perfecta. Además se preparan en un horno Josper al carbón a la vista de los comensales.

Para el plato fuerte, es probable que te cueste trabajo decidirte por alguno. Una muy buena opción es el atún Maralunga, sellado y en una cama de perejil crujiente. El pescado se deshace en la boca cuando aún no terminas de disfrutar el sabor a pescado y leña, y culminas con el fresco sabor del perejil frito. Pero cuidado con el plato, está tan caliente que debería de venir con una advertencia.

Si prefieres las pastas, pero también te gustan los mariscos, el linguini in costra seguro te va a encantar. Cuando lo veas es casi como un regalo que no puedes esperar a abrir. Se sirve en una pequeña cazuela de barro con una capa esponjada de pan pizza; el mesero te hará el favor de abrirlo y de inmediato saldrá un vapor extra caliente con aroma irresistible a almejas, mejillones, camarón, calamar y pulpo baby, que están en una lucha por el protagonismo ante el linguini y la salsa de jitomate. Entre bocado y bocado rompe un pedazo de la tapa comestible que tiene un poco de la salsa, es realmente delicioso.

Para finalizar, no tengas miedo de pedir el fondue de chocolate, fresas partidas a la mitad con palitos de paleta y un platito de chocolate derretido. Es perfecto para compartir, pero tan rico que no querrás darle a nadie.

El ambiente es muy acogedor y tranquilo, además los viernes se puede disfrutar de una noche de jazz a la luz de las velas.