Este restaurante, medio escondido en Polanco, pertenece a una franquicia internacional de tapas, pintxos y platillos españoles. Al entrar cumple con hacerte sentir que estás en una taberna de algún lugar en España. Lo rico de comer tapas y pintxos es que las porciones son muy pequeñas, por lo que puedes comer todo tipo de cosas. Pero cuidado, porque los platillos serán pequeños pero los precios no tanto.

De tapas, no te puedes perder el clásico Jamón Serrano con Pantomate, o los Pulpos a Feira –recomendación de la casa–, que están ligeramente cocinados y mantienen el fuerte sabor a aceite de oliva español. Las patatas bravas, muy doradas, pero suaves por dentro y con una rica consistencia cremosa, vienen cubiertas con una salsa ligeramente picante. Entre los pintxos, el de lomo de cerdo con queso cabrales viene con la carne un poco dura, seca y desagradable a la vista, aunque lo salva un poco el añejado sabor del queso derretido encima; el de tortilla española es bueno, ya que está muy bien condimentada y cocinada a término medio para que no quede demasiado seca al ser acompañada con el pan.

De beber tienen una extensa selección de vinos y licores principalmente españoles, y sirven el famoso calimocho, que es vino con Coca Cola.

Es mejor ir de noche, porque de día puedes sentir algo de frío y probablemente sólo goces de la compañía de los meseros.