Luces tenues, madera clara, sosiego. Aquí, comer mariscos es más la cadencia de una playa virgen que el bullicio de un puerto. Un mesero trae “camarones despeinados” (por la pinta que les dan las sazonadas tiritas de tortilla azul). Al lado, puré con guajillo. En Litoral -creado en ’99- uno se siente sofisticado porque el sabor y la presentación que el chef Azari Cuenca da a sus platillos, son muy originales, pero como venimos con hambre esto no es fácil: los esbeltos camarones son sólo seis. Las tostadas de atún fresco con chipotle en láminas finísimas nos alivian. En este punto de la Condesa te sentirás joven: a donde voltees hay discreta y formal gente madura. El epílogo, delicioso: enormes fresas frescas con nata y azúcar morena. “Se ve que las eligen en el mercado”, murmuró mi acompañante después de llevarse una a la boca.

Cura crudas: mejillones de cultivo