Cuando uno piensa en comerse una torta, las ideas de dedos sucios y cara manchada de inmediato vienen a la mente. Esta especialidad chilanga requiere de un ritual poco decoroso. Sin embargo, en este restaurante le han dado la vuelta al concepto y sus tortas se preparan con ingredientes importados muy bien empaquetaditos entre panes, para quienes muerden con pudor.

La grilled cheese, por ejemplo, está hecha con queso cheddar importado, tocino y jitomate: un juego entre lo crujiente y lo suave. Su torta callejera trata de replicar la que encontrarías en cualquier puesto, pero tiene un toque un poco más fino: salchicha Frankfurt, chucrut y queso gouda gratinado. De las opciones para acompañar, te recomendamos entrarle al elote, partido en dos, tatemado y con mantequilla.

Para el postre, puedes elegir pudín de chocolate o alguna malteada, la de gansito es fantástica. Los refrescos son como antiguos, todavía tienen Lulú y Orange Crush. Además hay un par de cocteles, preparados con vodka y Hendrick’s.

El espacio es un salón rústico y juguetón. En la terraza las mesas son de madera, como de escuela, y las sillas son de colores rojo y azul. Todo el ambiente resulta muy divertido y amigable.