Le Cirque es del tipo de lugares al que hay que llegar con tiempo extra para la sobre mesa de la comida o la cena. Sobre todo si lo que se ordena es un menú de degustación con recetas del chef Gilles Nordin Como buen comienzo de la comida el pan es indispensable (igual que la mantequilla, que llega con la forma y suavidad de una esferita de helado). Si te gusta mezclar lo dulce con lo salado pide un bollito con pasas. Para acercarse al menú hay que pedir asesoría para enterarse a detalle de los ingredientes y la presentación de cada plato. Una entrada, que no puede faltar en un restaurante de corte francés, es el foie gras: en una entrada de sabor penetrante acompañado con un coulis de fruta y un toquecito de sal de grano; la combinación es rica pero si no te gustan los sabores muy fuertes, mejor pasa a lo que sigue. La sopa de langosta llega a buena temperatura  y tiene un excelente aroma que no tarda en impregnar el paladar. Si tienes que elegir entre carne roja o pescado, te recomendamos el huachinango y el magret de pato. Ambos platos conservan intacto el sabor de la carne  y llegan cocidos al punto. Para el postre no hay que dudar, vete directo por algo tan clásico y rico como el créme brulée, la consistencia es un poco espesa y la costra de azúcar muy delgadita. El sabor, muy bueno. El servicio es del todo formal, desde la recepción; algo que favorece las comidas, principalmente, de negocios. En general, la propuesta de Le Cirque es la de una cocina que satisface, no es una experiencia para todos los días, pero hay que traerlo en mente como opción segura. Eso sí, hay que estar dispuestos a pagar los precios.