Le Caméléon no es como lo pintan. Ésta no es una chocolatería cualquiera, aquí se fusiona lo mejor de dos mundos: materias primas mexicanas con técnicas belgas. Dando como resultado productos excepcionales.  

¿Qué tienen de especiales estos chocolates? Son artesanales, preparados con ingredientes naturales y no tienen conservadores. Pero no sólo eso, ya que su menú es “de chile, mole y pozole” pues la oferta chocolatera incluye una variedad de bombones rellenos, confitados, botanas de cacao, barras y hasta mole.

Para saborear algo único, la barra no. 1 con jamaica, y la de té Earl Grey son las más aclamadas entre los chocolovers empedernidos. Al igual que los granos de café y plátanos confitados. La pasta de chocolate untable con un 70% de cacao, le da una nota dulce con un ligero amargor a cualquier cosa/comida/panecillo que tengas a la mano.

El lugar es más que una tienda, están tan comprometidos con sus seguidores que también son un club de catas y maridajes para llevar la experiencia un paso más allá. Cualquiera se puede unir y acudir a los eventos mensuales. Si no eres tan clavado, también hacen actividades para el público general.  

Por cierto, si eres de los que acostumbra regalar chocolates, aquí arman kits para Navidad, día de las madres y San Valentín. Ya sea para un regalo o para un antojo este lugar es una buena alternativa.