Por Georgina Hernández (@Gynna_H)

Este lugar es como el patio de una casa colonial con ventanas, balcones y macetas colgando. Aquí puedes almorzar o comer temprano sin reservación, pero a partir de las dos de la tarde la mayoría de las mesas ya estarán apartadas. La especialidad es la cocina poblana. Los platillos son preparados con las más de 400 recetas de Doña Carmen Saavedra (Q.E.P.D.), madre del dueño.

Para abrir el apetito te servirán una cazuelita con frijoles negros molidos, sazonados con hoja de aguacate y servidos con totopos. Después, uno de los consentidos del restaurante: las enchiladas de leche, hechas con chile ancho molido con leche, rellenas de pollo y servidas con crema, chorizo y aguacate. La salsa es cremosa y su sabor es picosito.

Para acompañar, nada mejor que una de las aguas frescas de la casa; la tradicional de horchata, con arroz y canela, es un imperdible.

PARA COMER RICO POR MENOS DE $200

Su crema de chicharrón hace que más de uno se dé una vuelta por este lugar sin importar la distancia ($88). Dentro de su carta encontrarás varias entradas que bien pueden funcionar como plato fuerte. Muy recomendables sus taquitos de pipián verde, rellenos de pollo o cerdo (tres por $75), su dulce torta de elote con rajas ($80) y, para acompañar estos platos, una fresca agua de pepino ($30). Este restaurante tiene más de 20 años destacando como una gran opción para los sureños.