“La verdad, las tostadas de atún son las más ricas”, dice uno de los cinco meseros que rondan una pequeña área del comedor cuando le pregunto por una sugerencia para la entrada, luego rectifica: “Bueno, lo que pida está bien, todo aquí es rico”. No se equivoca. Lacarta del Lampuga no es muy larga y está balanceada entre clásicos que nunca fallan (como las dichosas tostadas tataki de atún con poro frito o los calamares a la romana), sugerencias del día: ostionería fresca de su raw bar y novedades que no encontrarás en el Lampuga dela Condesa (su predecesor).

Una de estas sorpresas son las tostadas de pez toreado que sirven, como los chiles, con salsa inglesa, jugo maggi y un poquito de limón; la orden es de tres, pero puedes pedir sólo una para campechanearla con unos ostiones de Baja California, una tártara de atún o unos tacos de camarón (capeados, crujientes con aguacate mayonesa de chipotle montados en tortillas de harina); también son tres pero no es dificil comerlos como si fueran uno.

Lo que viene después delas entradas (todavía con un poco de apetito) son platos sencillos que van de acuerdo con el espíritu del lugar -libre de pretensiones-; si te gusta el ajo, pide el linguini con almejas, lleva cantidades industriales, un poco de alcaparras y salsa de vino blanco, ligera y aromática. Si prefieres algo más contundente hay opciones: muy francesas, como el entrecote con salsa de pimienta y papas fritas (delgadas, crujiente y debidamente saladas), algo más para un lunch sustancioso como la hamburguesa o un grueso filete de atún a las brasas.

Esta nueva sucursal tiene un aire muy diferente: es más amplia, hay ventanales de piso a techo, luz por todas partes, una terraza de envidia (techada) y una pared que presume las etiquetas de vino de su carta (muchas disponibles al copeo). Del servicio no hay reproche: la hostess te recibe con una larga sonrisa, y una vez dentro, cuando no te preocupa el mesero, con toda formalidad, lo hace el gerente o el personal encargado de la barra. En la mesa nunca falta nada: aceite de oliva, pan y las órdenes que llegan con puntualidad.

Todo invita a prolongar la sobremesa con un pie de limón, ácido y con sabor casero. Para acompañarlo hay oportos, café y una variedad de tisanas; recomendamos la de anís con yerbabuena, una combinación que además de relajante es amiga de la buena digestión.