Si tu presupuesto no es muy alto pero tienes ganas de comer bien, este restaurante es una buena opción. Se trata de un local pequeño pero acogedor, a pesar de su informalidad. Cada mesa y cada silla tienen personalidad propia, pues están pintadas a mano con curiosos motivos “jipitecas”.

El menú consta de entradas (imprescindibles las flautas de salmón), ensaladas (muy generosas y aliñadas con el aderezo de la casa: una vinagreta que combina muy bien las medidas de aceite y vinagre), pastas (la salsa de cuatro quesos es buenísima: su consistencia es muy agradable y la mezcla de quesos logra un sabor muy sutil que no satura, como pasa con algunas salsas de este tipo, que suelen pasarse de roquefort).

La especialidad de la casa son los chiles poblanos rellenos de distintos ingredientes y bañados en salsas de mango y zarzamora, entre otras, que son fusiones muy interesantes en cuanto a la combinación de sabores, ya que estamos acostumbrados al chile relleno típico o en nogada. Estas combinaciones son todo una experiencia para el paladar, ya que junta los sabores del picante, del queso, los vegetales y las frutas.

También ofrecen una variedad muy extensa de jugos y scoobies (auténtica bebida de dioses a base de yogur y frutas naturales. Destacan el de coco, fresa y plátano).

Los postres no se quedan atrás, especialmente uno que se llama Sangre de Romeo, que es un simple pastel de chocolate en salsa de frambuesa, pero tiene un excelente sabor que no empalaga. La porción es bastante generosa, así que puede ser un buen pretexto para compartirlo con tu prospecto de ligue usando la misma cuchara.

El servicio suele ser atento, aunque eso sí: no esperes rapidez, pues hay pocos meseros y el lugar suele estar al máximo de su capacidad. Si estás de suerte, podrás encontrar algunas chamarras o camisetas decoradas igual que las sillas y las mesas (si la estética kitsch mexican curious es lo tuyo, ¡aprovecha!).

Una última cosa: suelen rondar por ahí músicos con sus guitarras (ya sabes, de los que tocan boleros, trova, rock y cualquier cosa extraña que resulte de mezclar todo esto) y vendedores ambulantes, así que por favor “flojito y cooperando”, recuerda que estás en Coyoacán y no en Manhattan.