Por: Verónica Chávez Aldaco

La sublime atmósfera que envuelve el restaurante, con sillones acojinados con finos tapices, mesas en madera pulida, una iluminación cálida, tenue y música lounge, contrasta con el concepto de una locanda veneciana, donde se sirve comida casera, como en fonda.

Aunque el chef Giuseppe de Nino pretende que sus platillos sean así de sencillos, los ingredientes y las presentaciones son lo más alejado de esa realidad, pero vamos, se agradece.

Para abrir el apetito, una insalata frutti di bosco e San Daniele: frutos rojos entrelazados con hojas de lechuga y láminas de prosciutto San Daniele, con la que el chef es capaz de contrastar sabores dulces, salados, ácidos y picantes.

Una de las especialidades está en los pescados y mariscos. Por un lado el pez espada con salsa de tomate, alcaparras y aceitunas es una explosión que deleita el paladar con la nobleza de un pescado fresco.

Si acostumbras las pastas con salsas sumamente condimentadas, el linguine alle vongole, hecho con almejas, te va a decepcionar, pues la sutileza de sus aromas y sabores son más bien un medio para disfrutar del entorno tranquilo y acogedor de La Locanda.

El mood cambia si pides una pizza. Il Dottore es estilo napolitano, con harina y salsa de tomate que traen desde Italia; reconocerás el estilo porque su centro es delgado, mientras que la orilla es inflada, ligeramente crujiente, adornada por tomate, mozzarella, prosciuto di Parma, arúgula y escamas de parmigiano Reggiano. Una experiencia subliminal de las manos del chef pizzero Manuel Scalia.

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