El lugar es de ensueño: una casa tipo campiña francesa, con recovecos, escaleritas, madera recubriendo las paredes y un escondido patiecito interno. No es común ver casas así en Coyoacán, así que, arriesgándote a ser uno de los pocos conejillos de indias (es sábado y el lugar está vacío) te avientas de cabeza.

De entrada: unas tapas. Jamón serrano con queso brie, aceitunas y aceite de oliva. ¡Buenísimas! El pan está crujiente y fresco, tostadito; el queso semiderretido, una excelente combinación de sabores.

Como plato fuerte dos recomendaciones: por un lado, la arrachera con papas a la francesa y cebollitas cambray. La carne está jugosa, tierna, en su punto, muy bien asada, con papas caseras y cebollitas deliciosamente sazonadas.

Por otro lado, para los que gustan de los vegetales, los canelones vegetarianos. Llevan brócoli, col, zanahoria, acelgas, albahaca, queso manchego, queso parmesano, y están decorados con perejil picado. La salsa fileto está sabrosa (ajo y jitomate) y, si bien, no es la tradicional masa de canelón ni el relleno es en pasta (como comúnmente se acostumbra prepararlos), están sabrosos, bien cocidos, bien condimentados y la salsa cuenta con el toque exacto de ajo. A estas alturas, y satisfecho por comer como se debe, sientes que por estos platos esperarías el tiempo que sea.

Pregunta por la carta de vinos, es variada y muy tentadora. De postre hay uno muy bueno: strudel de manzana con helado. La preparación es fresca, la manzana está muy buena y riquísimamente condimentada con canela, además la masa es hojaldrada y eso le termina dando un toque especial. Un lugar para volver y para recomendar a tus amigos.

Ve pidiendo tu plato por teléfono porque se tardan.