Por Constanza Posadas

El desafío en Kolobok es encontrar mesa y luego de comer, levantarse. Es chiquito pero sirven porciones grandes. La vuelta vale la pena por el pelmeni: ravioles aromáticos y caldosos rellenos de carne; mézclalos con crema, mucha pimienta y un poco de vinagre.

El gulyash (cerdo en salsa de jitomate) por su parte, es el tipo de platos para un día lluvioso. Hay agua de jamaica y salsa roja, pero para entrarle de lleno a la experiencia rusa pide un kvas (bebida fermentada de pan: una mezcla entre sidra y cerveza, medio dulce, medio ácida).

Al final, no importa qué tan lleno estés, el pastel de miel es necesario.

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