Pizzería elegante, donde puedes farolear o ser muy discreto, pero siempre disfrutando de la terraza.

La luz cálida del interior cobija la terracita donde se sientan los claustrofóbicos y los que gustan de observar al transeúnte. Dentro, están hombres de negocios, señoras y señoritas, parejas. El ambiente es un poco más formal que casual. De fondo, Sinatra, Nat King Cole, Louis Armstrong. El horno de leña hace las veces de chimenea y el restaurante está recién remodelado (en octubre de 2006); todo es nuevo y fresco. Sólo el gran cuadro de una ninfa que se rasca el pie rompe la sobria decoración.

La cava es concisa, con carísimos vinos de Burdeos, pocas opciones a menos de $400 y muy pocas por copeo. El menú está impreso en suaves hojas satinadas y hay que traer fresco el Interlingua por si te toca en inglés.

En la canasta, focaccia esponjada con confeti de tomate y albahaca. Las pizzas de masa delgada y suave y orilla doradita van del horno a la mesa. En la de queso de cabra, tomate deshidratado y tomate fresco, contrasta la suavidad del lácteo con la acidez del tomate deshidratado –enfatizada por un toque de vinagre balsámico– y la dulzura del tomate fresco.

El picoso carpaccio de atún en aceite de oliva con maggy, limón y ásperos rizos de chile seco que estorban a la textura del plato, tiene fuerte sabor a pescado que tratarás de atenuar con más limón. Tras un par de bocados, lo declararás incomible.

La esperanza recae en el risotto con hongos. Tarda, pero llega, humeante y al dente, con esa peculiar textura durita y masuda a la vez, en salsa rosa con ligero sabor a vino blanco, saladito del parmesano y hongos que mantienen su firmeza. El plato es sencillo, reconfortante y sin sobresaltos, ideal para entrar en calor.

Aunque amable, el mesero no equilibra sus atenciones. A veces te abandona, a veces está demasiado presente, le falta información sobre los platillos y no te pregunta por qué dejaste el atún, le parecerá normal.

De postre, Pavlova, merengue que se desvanece en la boca dejando fresas, frambuesas, rizos de chocolate y pesada crema, en salsa sabor gerber de frutas tropicales. No está mal, pero le sería útil una pulidita.

Si esperas la gran experiencia culinaria, olvídalo. Ven si quieres pizza y vino en un sitio acogedor y el precio no es problema para ti.