En Guria, que en vasco significa “lo nuestro”, lo suyo es la tradición por la comida de esa región española, acompañada de una cava de primera en un ambiente atento y elegante.

Las gambas al ajillo aquí llevan chile verde fileteado, que le da un ligero e interesante toque picante al aceite de olivo. Para quienes gusten de ella, la morcilla es excelente.

Uno de los platillos más pedidos es el bacalao del chef. Dos pequeñas lonjas de pescado, la primera al pil pil, con una salsa a base de gelatina de bacalao con sofrito de ajo y aceite de oliva; la segunda a la vizcaína: jitomate, cebolla y hierbas finas con bastante ajo.

La carta de vinos, sobre todo españoles, ofrece cosechas, crianzas y reservas de la Rioja y Ribera del Duero en su mayoría, aunque con unos ejemplares del Priorat, Penedés y Cataluña, Somontano, Castilla y Toro.

No hay que perderse el helado de turrón como postre o el sorbete de tuna rosa.

Al venir al Guria uno debe estar dispuesto a pagar por el lujo del lugar y el refinado (señoril, agregarían algunos) ambiente, quizás más que lo exquisito de la comida.