La decoración es mexicana y muy moderna. Tiene elementos fríos y calientes, y la mezcla de éstos resulta muy interesante. Tiene un alto techo, un imponente bar (que para nosotros los mexicanos es muy importante), grandes lámparas de ónix y paredes rojas y amarillas que le dan un toque sofisticado y de vida. Al mismo tiempo es muy acogedor, gracias a su inmensa chimenea alrededor de la cual los minutos de espera para obtener una mesa se hacen más cortos. Porque es un lugar súper concurrido, así que hay que hacer reservación o llegar temprano.

El restaurante es grande y cuenta con muchas mesas, pero entre cada una existe un espacio vital.

Sus sillas amarillas tipo sillón son tan cómodas que te hacen sentir como en casa. Esta decoración crea un ambiente casual que atrae a gente de todas las edades (chavos, parejas, adultos jóvenes, familias y gente mayor). Todo es armonía, salvo por la estruendosa música de antro que ponen a toda hora ¡y que dicen que es imposible cambiar o bajar de volumen porque ya está programada! Eso dice el mesero.

Mientras esperas las bebidas, los amables meseros traen como cortesía taquitos de tortilla blanca y azul (cada día diferentes) acompañados de múltiples salsas de todos los sabores y picores(hay que tener cuidado). Además un caldito de camarón en el que los camarones son pacotilla y le hacen honor a su nombre. El menú es muy extenso: antojitos, sopas, carnes, pescado, pollo… hay de todo.

La cocina es, en su gran mayoría, mexicana, aunque existen algunos platillos que no lo son, como el carpaccio de res, que viene con sus rodajitas de chile verde y una salsa de soya preparada que tiene un toque muy especial, casi indescifrable para el paladar. Para unos es aceite de ajonjolí, que realza el sabor de la carne logrando un platillo espectacular y un carpaccio diferente a los demás, entre tai y mexicano. Como plato principal está, entre otros, el pescado en hoja santa. Perfecto en su cocción, tanto de la hoja, que es blandita, como del pescado, que se deshace en la boca. Bañado en una salsa verde en su punto de picosa (ni muy muy ni tan tan), y acompañado de una penca de nopal asada con queso panela y arroz blanco.Da gusto ir a un restaurante mexicano y poder probar buena comida, pues generalmente la buena cocina mexicana se prueba en las casas.

El postre que lo salva todo es el pastel de tres leches con cajeta. Para algunos puede ser muy empalagoso, pero vale la pena auque sea darle un probadita.Para los que les gusta lo dulce es realmente una delicia, un pastel abundante que no escatima. El panqué tan húmedo que hasta escurre leche y la perfecta cantidad de cajeta.

Guadiana es un lugar que lo tiene todo, pues siempre está lleno, hasta entre semana por la noche. Cuenta con buen servicio y, lo principal: buena comida.