Por: Mariana Camacho

Con mencionar la palabra chocolate, las razones para visitar este lugar van de sobra. Sin embargo, hasta en los paraísos hay niveles. De las boutiques de chocolate que hay en la ciudad este lugar definitivamente se roba la delantera.

Primero el espacio (parte del Centro de Diseño Alemán) es una invitación a la contemplación: vitrinas que ofrecen trufas de diferentes sabores (checa la variedad de la Bordeaux), bombones y barras de chocolate (con menta, pétalos cristalizados de rosa o cardamomo, en diferentes grados de amargura).

Ya, el golpe que te conquista es la oferta de bebidas a base de chocolate. La estrella es el shot de cacao, igualito que un espresso pero 100% de cacao (suficiente para el almacén de energía de todo un día). Luego vienen las variaciones que eliges según el porcentaje de amargura que prefieras (75% como es el caso del “Dark Drink” y de ahí para abajo hasta el 38%).  Puedes pedirlo con leche o con agua, frío o caliente, para tomar in situ o para llevar a casa.

Pero ahí no termina: cuándo llegas al melting stick (una barra de chocolate acompañada de una taza con leche caliente) te constatas del alucine. La lista sigue con infusiones como la de verde con chocolate semi amargo, con fondues, fondantes, galletas y paletas. 

La propietaria atiende junto con un pequeño staff, y son los principales embajadores de la cultura del chocolate. Si tienes alguna inquietud sobre alguna bebida o postre, ellos te la resuelven enseguida.

No dejes el lugar sin antes probar algo intrépido como la trufa de foie gras con higo.

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