Lo rico de la cocina de este restaurante radica en la sencillez y los detalles. El lugar es como una taberna inglesa con guiños de bar londinense del siglo XIX.

Las bases de su chef Jairzinho Delgado se encuentran bien plantadas en la gastronomía italiana pero con toques de la cocina de la costa este de Estados Unidos. Para empezar, los camarones kataiffe, capeados, crocantes y acompañados de una salsa dulce de albahaca y coco abren el apetito. Luego, las tostaditas de atún juegan con los sabores del jugo de aguacate, chipotle y ajonjolí logrando un balance fresco y cítrico.

Tienen un valioso apartado de comfort food (preparada de manera sencilla y tradicional) que no hay que pasar por alto: mini hamburguesas de filete prime cuya receta es llevada a otro nivel por la calidad de la carne; aros de cebolla dorados y jugosos espárragos con tocino y parmesano. La joya del sitio es el New York Strip: suave, lleno de sabor y acompañado por un trío de salsas de habanero, ciruela y hongos, te recomendamos comerlo solo, no necesita ningún aditamento.

A la hora del postre, puede que te tiente el suntuoso pastel de zanahoria o que se te antojen unos profiteroles cuya masa es casi tan suave como la crema con que están rellenos. Pero ninguno como el sundae: el helado de vainilla y el jarabe de chocolate prueban que aquí no le mueven a los clásicos, simplemente los preparan con ingredientes de primera.