Lo mejor de este lugar son las pizzas, que aquí son de masa delgada y crujientes. Los sabores más solicitados son los que combinan frutas o legumbres con prosciuttos, como la de higo con prosciutto, pero también la napolitana, con salsa de tomate, mozzarella, aceituna negra fileteada y anchoas, y la de salmón y arúgula.

Si bien las pizzas son la especialidad, las pastas no se quedan atrás en calidad, como su frutti di mare, que preparan con pasta corta o larga y viene con salsa de tomate, vino blanco, mariscos y un toque de crema.

El chef realiza algunos platillos directamente en la mesa, en especial los flameados, de modo que los comensales aprecian directamente la calidad de los ingredientes y la higiene con que se manejan. También hay cortes de carne a la parrilla.

De postre, recomendamos el crocante de manzana y el choconuez, un pan de chocolate relleno de chocolate, que se sirve caliente y acompañado con helado de vainilla. Para acompañar los alimentos, hay una buena variedad de vinos y cocteles, como mojitos, margaritas, martinis y mimosas.

El Filicori comenzó como una cafetería, y de esa época aún ofrecen un café italiano delicioso, que se puede acompañar con la panadería elaborada en casa (ellos también hacen sus propias pastas). El servicio es excelente y la decoración recuerda los bares de la Toscana, con butacas color bordeaux, un horno de pizza industrial y mesas de madera.