Aquí hay que atreverse a sabores nuevos, eso sí, deliciosos, en especial el pollo. Y es que un chico originario de Seúl (Allen Noveck) y una chica de Guerrero (Marifer Millán) se conocieron en las cocinas de Estados Unidos, se enamoraron, unieron sus vidas y su pasión por la cocina-repostería y decidieron abrir su primer restaurante en México. Así nació Fat Boy Moves.

Aunque Allen creció lejos de sus raíces coreanas, encontró en la cocina, de la mano de su madre, una manera de conectar con ellas. Esta pareja de chefs se atreve a mezclar, reinventar y ofrecer ingredientes que no encontrarás en otro restaurante, como el kimchi fried rice, arroz frito con kimchi (col fermentada), elote, tocino y salsa gochujang, y el pollo frito con salsa de miel y pepinillos, perfecto para quienes gustan de los sabores dulces y salados en un mismo plato.

La corona se la llevan las Honey Butter Chips, papas fritas (como las de bolsita) con mantequilla, miel y una bola de helado para dipear. Marifer es una excelente repostera. Por eso esas papitas con helado pasaron por muchas pruebas en casa antes de llegar al restaurante. Otro postre que está causando furor son las cochidonas, cuatro minidonas que simulan la cara de un cerdito y se sirven con un vasito de veladora con leche para remojarlas.

El restaurante está en un local reducido, pero todo funciona como relojito suizo. Las cinco mesas son atendidas por los mismos dueños. Un letrero incandescente con luces color rosa ilumina el fondo del local con la leyenda “Fat Boy Moves”, nombre que eligieron por un chiste local entre Allen y sus amigos que, cuando salen a comer a alguna parte, dicen: “Lets go make some fat boy moves”.

Lo único que me faltó, como buena mexicana, fueron más sabores picantes en los platos salados.