En 1935, doña Carmelita, de casi 30 años de edad, viuda y con cinco hijos, llegó a la ciudad para iniciar una nueva vida. Con ayuda de su hermana comenzó con un puestecito de fritangas. Desde entonces la gente de la zona disfruta estos huaraches que nacieron de una historia de éxito, porque así doña Carmelita pudo criar a sus hijos e incluso ayudar a sus vecinos. Su menú es sencillo, solo ofrecen consomé de carnero, huaraches, yogur, frutas y postres.

Los huaraches son preparados con harina de maíz, frijoles, carne y cebollas de cambray. La tortilla de maíz alargada y rellena de frijol se fríe en manteca luego de asarse en el comal caliente. El huarache más sencillo se sirve solo con salsa y es posible combinar la roja y la verde. Le siguen el de queso, de crema, el de huevo (estrellado o revuelto), y la estrella del lugar, el de costilla con un porción de carne de 200 gramos.

Del consomé de carnero solo hay dos versiones: con o sin carne, y lo sirven muy calientito con cebolla y cilantro. Para los niños tienen huaraches más pequeños, que puede ser solo, con queso y crema, y variedades de huevo. Ya sea revuelto o combinado con jamón o salchicha y hasta un omelette sobre la tortilla y bañado con catsup. Antes de entrarle a los huaraches, puedes pedir fruta con yogur, queso cottage y miel. Te venden las porciones, incluso de granola, y la puedes preparar a tu gusto.

Y como al final siempre se antoja algo dulce, el Huarache Azteca ofrece arroz con leche, flan de vainilla, duraznos en almíbar, fresas o plátanos con crema, helado y pay de queso con limón. Este lugar es un ejemplo que lo sencillo, te puede dejar completamente satisfecho.