Odio ir al norte de la ciudad, en especial a Vallejo, pero es ahí donde ancló el nuevo local de la familia Lampuga. Si te suena el nombre es porque se trata de uno de los restaurantes de mariscos más populares de la ciudad y si no, no importa.

A diferencia de su hermano mayor, aquí no hay manteles ni meseros elegantemente ataviados. En las desnudas mesas sólo encontrarás la típica cubeta de aluminio con salsas y una taza de peltre con cubiertos. Siempre se agradecen lugares dónde comer bien sin tanto emperifolle.

Ya sea por calor, por cruda o por antojo, unos buenos mariscos nunca caen mal y la carta de El Embarcadero tiene opciones para todas las anteriores.

Caldo de camarón, aguachiles, ceviches, pescadillas, fideo seco y hamburguesas son algunos de los platos que puedes encontrar. Todos ellos elaborados con la misma materia prima que Lampuga (#win). Pero ahí no se detiene el menú, predominan los tacos y las tostadas. Hay dos tostadas que debes probar, la Vallarta hecha a base de pescado, zanahoria y jícama que resulta en una mordida fresca y ligera, pero hay que comerla rápido para evitar que se rompa. Y la de salpicón de atún, que a pesar del nombre recuerda a un taco de pastor y con ese sabor no hay forma de equivocarse. Pero si amas las de atún, también tienen, y las preparan al estilo tradicional con mayonesa con chipotle y poro frito.

Los fines de semana tienen mojarra frita y, como dicta la tradición del puerto, va servida con arroz blanco y ensalada. Para disfrutarla hay que olvidarse de los modales y entrarle hasta la cabeza. Es ahí donde está el verdadero sabor.

Si todavía tienes espacio para el postre, ordena el mousse de oreo: es cremoso y sabe tanto a la galleta que recordarás tu infancia y pensarás en un baso con leche frita, pero mejor pude un cafecito. Así tendrás energía para ir de shopping, pues el restaurante se encuentra dentro de un centro comercial.