Chapulines, tlayudas, tasajo, mole negro o coloradito, son solo algunos de los platillos que conforman un menú que aparentemente no tiene ningún misterio: es simplemente el de un restaurante donde se sirve comida oaxaqueña.

Entonces, ¿para qué visitar La Bella Lula? Quizás esta sea una buena razón: una tlayuda untada con frijoles refritos y asiento de chicharrón –dícese de aquello que se asienta en el fondo de la cazuela donde preparan el chicharrón–, cubierta de chorizo de la casa y queso fresco rallado. ¿Dudas?

Si lo visitas, no puedes dejar pasar la oportunidad de probar el mole negro, ya que su sabor dulce, picoso y con un ligero toque amargo (como la vida misma) se vuelve algo increíble cuando se acompaña de tortillas recién hechas a mano. Otra recomendación son los chiles pasilla rellenos de picadillo de pollo y almendras. Simple y llanamente porque el chile pasilla es el rey de los chiles. No pica y su textura es distinta, pues es delgadísimo y suele prepararse deshidratado.

Además, cuenta con una extensa variedad de mezcales (de gusano o de pechuga), ideales para acompañar la comida o para tomar como digestivos.

Para terminar, un café de olla y un pan de yema son buena opción. Si es desayuno o cena, puedes optar por un chocolate oaxaqueño, considerado la bebida de los dioses mixtecas.