Hay lugares que parecen no pertenecer al sitio donde se encuentran y Dolce Amore es uno de ellos. En medio de las cerradas calles de piedra del centro de Tlalpan se alza esta pequeñita trattoria, cuyos vitrales de colores invitan a entrar. Es muy bueno para ir a comer, pero es mejor cenar -solo porque se ve más bonito.

“Dolce Amore conserva el gusto italiano tradicional, por los tiempos en que la calidad de los productos y el hacer bien las cosas era el común de todo”. Esa es la promesa con la que te reciben y que se comprueba oliendo el humo que vienen de la cocina.

Abre tu apetito con una ensalada caprese y deja que tus pulmones se inunden con el aroma a pasta y pan que llenan el ambiente. Los colores tenues del restaurante sirven como un lienzo en donde los platillos, cada uno más colorido que el otro, desfilan por las mesas. La carta no tiene muchas opciones, pero son platos bien hechos.

Hay algo reconfortante en las pastas de este sitio. A diferencia de muchos lugares donde se presume de “cocina de la abuela”, aquí el sazón es casero y resalta por ser rústico. Su salsa pesto merece mención aparte; los piñones tostados que la acompañan también.

Para cerrar tu experiencia el tiramisú; es un postre que se escribe como lo lees y se pronuncia: “im-per-di-ble”.